EXTRAÑAR: Echar de menos a alguien o algo, sentir su falta. Espejismo producido por la ausencia, inoculación espesa de los adioses. Estar de luto. Reacción química, miedo al cambio, despecho de la rutina. Daño colateral del amor, relente macilento.
Se extraña en los parques, se extraña en las estaciones, en la soledad de los prostíbulos y en las habitaciones desiertas. Se extraña en las canciones tristes de los momentos tristes. Se extraña como arrebato momentáneo y se extraña como un estado continuo. Se extraña llorando, se extraña en silencio, se extraña incluso en unos labios diferentes.
Se extraña lo que se perdió, lo que dejó huella, lo que se quiso, lo que se tuvo pero no pudo.
Extrañar a una mujer es una sensación diferente cada vez, porque se extraña mejor con el tiempo. Extrañar tiene una realidad química común: incertidumbre, ebriedad y tristeza mezclados con momentos de euforia transitorios. Quedan cosas tiradas por todas partes. En las paredes que miraban, quedan los momentos. En la calle, los besos. En alguna parte de la mirada, los añicos que dejan, como los restos devastados de un huracán, las despedidas.
Granada, otoño 2010
Se extraña en los parques, se extraña en las estaciones, en la soledad de los prostíbulos y en las habitaciones desiertas. Se extraña en las canciones tristes de los momentos tristes. Se extraña como arrebato momentáneo y se extraña como un estado continuo. Se extraña llorando, se extraña en silencio, se extraña incluso en unos labios diferentes.
Se extraña lo que se perdió, lo que dejó huella, lo que se quiso, lo que se tuvo pero no pudo.
Extrañar a una mujer es una sensación diferente cada vez, porque se extraña mejor con el tiempo. Extrañar tiene una realidad química común: incertidumbre, ebriedad y tristeza mezclados con momentos de euforia transitorios. Quedan cosas tiradas por todas partes. En las paredes que miraban, quedan los momentos. En la calle, los besos. En alguna parte de la mirada, los añicos que dejan, como los restos devastados de un huracán, las despedidas.
Granada, otoño 2010
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCuando he leído esta entrada me ha venido a la mente lo que pienso de esta estación otoñal: es una época triste. Pasamos del calor, de la luz, de la alegría… a la oscuridad y al frío. Hasta a los años de ancianidad, con los achaques de la vejez, la precariedad y el declive, les llamamos el otoño de la vida. Pero, en mi opinión, es un momento de enjundia literaria porque como todos vemos, leyendo biografías de escritores o cualquier historia de la literatura: la mejor literatura nace de los peores momentos. El otoño es especialmente crudo. ¿Habrá momento mejor para ponerse a escribir?
ResponderEliminarA mi me gusta el otoño, es mi época favorita del año; y cuanto más frío mejor. Decía Sabina en un tema a su doctor que desde que era feliz no conseguía hilvanar dos palabras decentes en un papel. La felicidad es agradable, pero no es productiva ;)
ResponderEliminarCualquier momento es bueno para dejar salir la musa , pero el mejor momento para plasmar pensamientos o sentimientos es en la quietud de la soledad cuando estas en la intimidad contigo mismo. Ese es el momento ideal y exacto para tener cerca un lapiz junto a un papel.
ResponderEliminarMayra Noemi