sábado, 28 de mayo de 2011

Los rebeldes

EL PROBLEMA DE las revoluciones empieza cuando las ideas se diluyen y solo queda la violencia. ¿Fue usted miembro activo del partido comunista?¿Disparó usted a nueve hombres, hiriendo a uno y matando a los ocho restantes? ¿Cometió usted más de cuarenta atracos con violencia? La guerra había terminado. Las revueltas se sucedieron apagándose lánguidamente, con ataques de extremada violencia por ambas partes, hasta que la revolución quedó reducida a pequeños grupos de bandidos nómadas. ¿Engañó usted a su mujer con prostitutas negras? ¿Violó hasta a tres hijas menores de campesinos? La mayoría de las acusaciones eran falsas. Habíamos matado a algunos hombres, habíamos atracado a otros tantos en un intento absurdo de mantener con vida algo que había muerto, pero nunca habríamos tocado a ninguna niña. Se declara al acusado culpable de todos los cargos, y pagará con la pena de muerte. La guerra se había perdido, y la revolución terminó por convertirse en un grupo de delincuentes capaces de justificar sus actos, al principio con palabras, después sólo con silencios. No es que me importara demasiado mi reputación, quizás ya ni siquiera me importaba la revolución. Era la historia. ¿Nos perdonaría la historia? O lo que era aún más importante, ¿sería la historia capaz de comprendernos?